La vida y los sueños de una joven en el estado Nueva Esparta están paralizados a causa de la covid-19. Angélica Burgos, una brillante estudiante y proteccionista, de 23 años, empezó esta terrible pesadilla en agosto del 2020.
Días después de haber recibido el diagnostico de amigdalitis, a Burgos le fue realizada la prueba del hisopado y el resultado arrojó positivo.
Según el relato de su madre, Ariany Narváez, en esa oportunidad pudieron asistir a un centro de salud privado gracias a un dinero enviado por una amiga en el extranjero, pero la situación se extendió mucho más allá de lo que esperaba la familia.
Lea también: OMS calificó como “preocupante” la variante india de la covid-19
Los médicos le han explicado que el coronavirus trajo otras consecuencias en su sistema y ello le activo otros virus, entre ellos mononucleosis y toxoplasmosis.
“Me siento desesperada y angustiada porque no conseguimos la salida desde el primer día”, explicó Narváez.
Angélica debe cumplir con un extenso tratamiento para lidiar con las afecciones que tiene, un gasto del que su familia no ha podido hacerse cargo debido a la crisis económica y social que atraviesa Venezuela.
Rifas, donaciones, aportes, colaboraciones de conocidos y desconocidos es lo que les ha permitido cubrir con los costos de las medicinas.
“Con esta situación no me provoca ni comer, yo lo que quiero es que mi hija se cure porque esto es una pesadilla demasiado grande”, contó la madre de Angélica.
Burgos es reconocida en la Isla de Margarita por el gran trabajo que ha hecho sensibilizando en cuanto a la protección de las tortugas en la Asociación Civil Mares.
Además de su trabajo en las playas, Angélica es estudiante de Idiomas Modernos y Biología Marina, carreras que mantiene detenidas a causa de los estragos de esta terrible enfermedad.
