Para la época de los años ‘50 se construyó en Caracas, específicamente en Roca Tarpeya, entre las parroquia San Pedro y Parroquia San Agustín, en la prolongación de las avenidas Fuerzas Armadas, El Helicoide.
Lo que en sus planes iniciales sería un lujoso centro comercial, con espiral futurista, construido sobre una colina, que se puede ver desde toda la zona; habría sido el centro comercial más grande y más moderno de América pero, en el 2009 el expresidente fallecido Hugo Chávez, decide que debe funcionar como sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y como centro penitenciario.
Desde ese momento su historia dio un vuelco total, tras convertirse en el señalado mayor centro de torturas de Venezuela.
Su visión inicial
Siete niveles constituidos en forma helicoidal o espiral, crean dos espirales entrelazados con 4,02 kilómetros de rampas para vehículos donde los conductores podrían estacionar frente a las tiendas de su elección. La estructura de 60.000 metros cuadrados habría albergado 300 tiendas de lujo, ocho cines, un hotel y un helipuerto, entre muchas otras comodidades para el consumidor.
“Es un edificio absolutamente icónico, no hay nada semejante en América Latina, ni siquiera en la actualidad”, le dijo a BBC Mundo Lisa Blackmore, coautora, junto a Celeste Olalquiaga, del libro Downward Spiral: El Helicoide’s Descent from Mall to Prison (2018).
Se necesitaron 12.000 planos para construir la complejidad y la escala del edificio, concebido por el arquitecto venezolano Jorge Romero Gutiérrez.
Esta construcción fue una muestra de ambición que llegó al país con los millones de dólares generados por la exportación petrolera.
“El Helicoide enmarcaba la idea de movilidad social, prosperidad, desarrollo y modernidad. Iba a ser una vitrina de todo lo que Venezuela pudo haber sido”, explica a BBC Mundo Blackmore, quien también es directora de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Essex, Inglaterra.
El centro comercial nunca abrió sus puertas. El proyecto tuvo problemas de financiamiento y la construcción se detuvo. Durante varios años, el lugar estuvo abandonado. Pasó a ser refugio para damnificados, hubo varios intentos de regenerarlo y convertirlo en un centro cultural, incluso en la sede de un ministerio. Todos fracasaron.
De lujoso centro comercial a centro de torturas
A partir de 1984, se fueron instalando en la edificación algunos organismos del Estado, el más importante fue la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip), actualmente Sebin.
Luego para el 2010 una parte de la edificación sirve como sede de la Universidad Nacional Experimental de La Seguridad (UNES).
Aunque mantuvo presos políticos desde el comienzo de esta última ocupación, el papel de El Helicoide como centro de tortura y cárcel en espiral se hizo público después de las protestas masivas de 2014 y 2017, cuando cientos de estudiantes fueron llevados y retenidos ilegalmente, algunos durante meses y años.
De acuerdo a la ONG Foro Penal, más de 3.000 personas fueron detenidas en esa época.
En El Helicoide, las organizaciones de Derechos Humanos además denuncian el hacinamiento que existe en esta cárcel, ya que no sólo hay presos políticos, si no que también cuenta con presos comunes.
Para este mes de septiembre la organización Foro Penal actualizó, el día 13, la cifra de presos políticos a 261. Esto no quiere decir que todos ellos estén en El Helicoide.
Según la abogada Theresly Malavé, desde que salió la administración anterior de este centro, hasta el momento los presos políticos no han reportado torturas físicas, sólo psicológicas, la cual se basa fundamentalmente en el aislamiento prolongado, lo cual es calificado por las Naciones Unidas como “tortura” y está prohibido por el Derecho Internacional y las Reglas de Mandela.
Asimismo, enfatizó que estos casos de torturas y sus denuncias disminuyen por momentos y luego se incrementan, según el momento político que esté viviendo Venezuela.
El medio La Vanguardia publicó, en el 2018, el testimonio de un expreso político: Miguel (nombre ficticio) recuerda cómo vivió sus primeros días en este centro de reclusión.
“Las primeras 48 horas no me dejaron sentarme, ni acostarme. Siempre de pie, con los ojos abiertos y los brazos extendidos hacia delante. Luego me pasaron a la celda que llamaban el infiernito, que era súper pequeña, de unos 5 metros por 3 metros, y habían otras 22 personas. Allí comíamos, hacíamos nuestras necesidades y dormíamos. Además encendían unos focos blancos que era imposible tener bien abiertos los ojos”.
Según el testimonio de algunos exdetenidos, uno de los privilegios de la cárcel es poder salir a la zona llamada “las villas”, que es uno de los patios centrales. Allí los reclusos conviven con los otros presos comunes. “Aquí es cuando más víctima de las extorsiones eres, porque estos presos están por delitos como narcotráfico y secuestro, entonces dentro de las celdas sufres la violencia de la policía y en el patio la de algunos presos que ejercen de cabecillas”, cuenta Miguel, quien además denuncia que su familia debió pagar 300 dólares al mes a algunos policías para garantizar su protección.
En el marco legal, las personas deben declarar siempre en compañía de abogado, juez o fiscal del Ministerio Público, así lo dejo claro la abogada Malavé.
“Está permitido lo que está estipulado en la Constitución Nacional y en el Código Orgánico Procesa Penal. Las personas detenidas sólo pueden declarar en compañía de su abogado de confianza, ante el juez y el fiscal del Ministerio Público, las veces que el detenido lo considere pertinente”.
BBC Mundo habló con dos exfuncionarios del Sebin, que se fueron de Venezuela, y corroboran que la institución utiliza distintos tipos de tortura de forma sistemática para que los detenidos digan lo que los funcionarios quieren.
En sus testimonios para BBC uno de ellos refirió que una de las técnicas se llama “bolsear” y consistía en asfixiar a la persona con una bolsa plástica.
“Al hacerlo les ponían un espejo en frente y decían: ‘Mira cómo te estás muriendo’. Vi a detenidos orinarse”.
Y añade: “También vi que golpeaban a las personas con palos, a veces los cubrían con una colchoneta para no dejar marcas. Las guindaban por las muñecas, sus pies apenas tocaban el suelo”.
Otra manera de maltratar a los presos era negarles atención médica.
“Tuve cáncer de próstata, sufrí una isquemia cerebral, crisis hipertensivas y pérdida de audición por una infección en el oído”, cuenta Juan Miguel de Souza, arrestado en 2015. “Me decían: ‘Por órdenes de arriba, para ustedes no hay médicos”.
En un informe de la ONU del año 2020 sobre crímenes de lesa humanidad en Venezuela, se detalló todo lo que ocurría en El Helicoide y su sistema de distribución.
- “Guantánamo”: Es una de las celdas más grandes.
- “Guarimbero”: Otra de las grandes celdas. Para detenidos en protestas.
- “Preventivo I”: “Esta celda estaba vigilada las 24 horas por cámaras y y guardia”, detalla el informe.
- “La Escalera”: Es una celda improvisada para detenidos políticos y por otros delitos. Carecía de agua y acceso a baños, cada privado de libertad dormía en una de las escaleras.
- “El Tigrito”: Era de una las celdas de castigo, era un espacio de 4 x 4 metros totalmente oscuros, “la única agua que está disponible se ubica en la taza del baño”, se lee en el documento.
- “Bañito”: “Es un cuarto caliente y húmedo, que antes funcionaba como baño”, exponen testigos a la misión. Lo usaban para torturar a los detenidos confinándolos por varios días.
Informe 2021 de la ONU ratificó las torturas en el sistema de justicia de Venezuela
Marta Valiñas y Francisco Cox Vial, presidenta y miembro de la Misión Internacional Independiente de Determinación de Hechos sobre Venezuela (FFM), presentaron el informe en sesión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, y denunciaron prácticas como el uso de supuestas pruebas obtenidas mediante tortura o la emisión de órdenes de detención retroactivas para ocultar arrestos ilegales.
Realizaron un análisis detallado de 183 detenciones de opositores entre 2014 y agosto de 2021.
Valiñas expresó que los ataques documentados están dirigidos a oponentes políticos, activistas y organizaciones de la sociedad civil, y todos aquellos considerados amenazas al gobierno. Por lo que han concluido que en lugar de dar protección a las víctimas de crímenes y violaciones de derechos humanos, el sistema de justicia ha sido usado para amedrentarlos.
Cox agregó que la misión ha concluido que los jueces no cumplen con sus obligaciones de hacer cumplir la ley. Los fiscales y otros miembros del sistema de justicia formaron parte clave de varias de las detenciones documentadas.
En una de las páginas del informe, se acusa a agentes de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) de aplicar tácticas de tortura nazis contra uno de los detenidos por la operación Gedeón, la presunta misión armada fallida contra Nicolás Maduro que fue liderada por Jordan Goudreau, el año pasado.
Uno de los detenidos por el caso Gedeón aseguró que agentes de la inteligencia militar supuestamente lo interrogaron bajo tortura, asfixiándolo con una bolsa, por lo que debió ser reanimado en un hospital.
“Dijo al Tribunal de Control que, tras negarse a hacer las declaraciones que le plantearon durante la sesión de interrogatorio, funcionarios de la DGCIM le dijeron que aplicarían el ‘Sippenhaft’ (una táctica de castigo colectivo utilizada por los nazis), que consistía en encarcelar a sus familiares como forma de presión. Dijo al tribunal que algunos funcionarios de la DGCIM fueron posteriormente a su casa y arrestaron a sus dos hermanas y a su cuñado, quienes fueron retenidos en la DGCIM de Boleíta durante 32 días”, señala el documento.
De 113 de los 183 casos investigados por la Misión de la ONU, las personas detenidas o sus representantes denunciaron “la comisión de tortura, violencia sexual u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes”.
“Dichas denuncias también fueron planteadas por familiares y representantes legales en escritos presentados ante los Tribunales de Control, el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo. En 67 de los 183 casos, las personas detenidas comparecieron ante los tribunales con claras marcas de maltrato”.
El documento de la Misión de las Naciones Unidas también detalló un testimonio de un preso que dijo ser golpeado “a las 12 del mediodía, a las seis de la mañana, a las tres de la mañana” y el de otra detenida que sufrió un aborto después de la audiencia de presentación como consecuencia de las torturas infligidas.
“A pesar de haber recibido denuncias de tortura, la persona titular del Juzgado de control la devolvió a la custodia de la Dgcim”.
En 212 páginas este documento de la ONU evidenció todo lo que ocurre en el sistema de justicia de Venezuela y muchas de estas torturas se han reportado en la sede de El Helicoide, pues es uno de los principales centros de torturas de Venezuela, según denuncias civiles.