“¡Ya ni ponernos bellas podemos!”, es la expresión más frecuente de las mujeres venezolanas que viven en zonas populares del país, las cuales en su mayoría, el poco salario que perciben no les alcanza para asistir con frecuencia a los salones de belleza.
VPItv conversó con la estilista Isa Rojas, quien comentó que en zonas como El Valle y Coche la clientela ha disminuido, pues el sueldo de 400.000 bolívares, equivalente a 0.89 céntimos de dólar según el valor reflejado por el Banco Central de Venezuela (BCV), no es suficiente para poder cubrir el costo de un corte de cabello o un tratamiento similar a la cirugía capilar la cual cuesta 60 dólares, más de seis salarios mínimos.
Los cortes de cabello varían entre cuatro a ocho dólares, la manicure y pedicure cinco dólares, costos que pueden aumentar dependiendo de la ubicación del salón de belleza.
“Yo antes podía venir y arreglarme el cabello, las manos, los pies, ahora es una cosa o la otra”, confesó una usuaria del establecimiento.
A las venezolanas se les dificulta poder adquirir productos de belleza y cuidado personal debido a que los precios van en aumento constantemente. Un shampoo puede costar al menos tres dólares, un tinte de cabello seis dólares, el agua oxigenada seis dólares, las pinturas de uñas sobrepasan los dos dólares y la acetona se puede conseguir hasta en 10.
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Belleza a oscuras y sin agua
Pese a la poca actividad laboral con la que han tenido que luchar las estilistas, se suma la falla de los servicios básicos.
“A pesar de que pagamos 10 dólares por los servicios hemos tenido que hacer maromas para poder trabajar sin agua y hasta sin luz (…) Hemos optado por llenar pipotes de agua para poder atender a las clientas”, comentó Rojas.
Comida o productos de trabajo
Hilsa Jaimes, estilista y madre de dos niñas, aseguró que su trabajo se ha visto limitado por la crisis económica que atraviesa el país.
Jaimes afirmó que si coloca sus productos le cobra entre dos y tres dólares extra a sus clientas para poder obtener ganancias.
“A veces tengo que decirle a las clientas que compren los productos y cobro la mano de obra. Si compro productos para mechas o químicos no compro comida”, dijo.